Descubriendo las habilidades perdidas y los secretos atléticos de nuestros antepasados.
Los antiguos griegos creían que cualquiera podía conseguir un potencial sobrehumano si controlaba los tres pilares del heroísmo: habilidad, fuerza y compasión. Y estaban en lo cierto. En este pequeño relato basado en la investigación para su próximo libro, Natural Born Heroes, Chistopher McDougall sigue la pista de los grandes maestros del arte del fitness. Su meta? Revivir las habilidades que pueden revelar al héroe que todos llevamos dentro.
No, los héroes no nacen. Se construyen. Y así es como te puedes convertir en uno.
Uno de los más sorprendentes héroes de la segunda guerra mundial fue un pastor en miniatura apodado el Payaso – y su sabiduría del fitness puede cambiarte la vida.
Por: Christopher McDougall
Si piensas que el heroísmo es un accidente, es que no conoces al Payaso.
Ese era uno de los nombres clave de George Psychoundakis. Otro era el Cambiante, en alusión a esos trolls mágicos que cambiaban de cuerpo. Y otro era “El corredor de Creta”. Era este último apodo con el que me cruzaba una década atrás mientras investigaba para Nacidos para Correr – un misterioso pastor griego – convertido en ultramaratonista que se convirtió en uno de los inusuales héroes de la Segunda Guerra Mundial. Muchos años después, tuve la oportunidad de examinar la historia de Psychoundakis detenidamente; estaba tan fascinado con lo que encontré que, con el tiempo, viajé a Creta, en busca de sus hazañas como proyecto para mi próximo libro, Natural Born Heroes.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, el Payaso era un pastor medio tonto en la isla griega de Creta. Nadie pensaba que era fuerte o especialmente valiente; era en verdad pequeño y un poco desgarbado. Si era conocido por algo, era por sus poemas cursis, como éste: “Oda a un punto de tinta en la falda de una maestra”. Como cualquier otro en Creta, tenía bastante suerte; los horrores que barrían Europa no habían tocado la isla, dejando al Payaso libre para deambular con su rebaño todos los días. Hasta que, un mañana, el cielo se oscureció y un curioso sonido comenzó a retumbar cortando el tintineo de las campanillas de cobre de las ovejas. El Payaso miró hacia arriba y vio con temor como una flota de aviones bloqueaba el sol. Hitler había decidido que necesitaba Creta y la necesitaba de verdad; era el punto perfecto de tránsito para su ataque suicida a la Unión Soviética, así que desató su poderoso ejército del aire para conquistar la isla y aplastar cualquier intento de resistencia.
Así que, de pie en la solitaria pradera, el Payaso se enfrentaba a dos opciones: podía mantener la boca cerrada y levantar las manos, o -sin aviso, sin entrenamiento y sin armas- entrar en guerra contra la fuerza armada más devastadora de la historia de la humanidad. Nadie más en Europa tenía problema alguno en tomar esa decisión; después de que Hitler aplastara nueve ejércitos en semanas, ni un sólo país tuvo un brote espontáneo de resistencia civil. Ni uno, eso fue, hasta Creta. Mientras los alemanes seguían cayendo desde las nubes, los cretenses salieron de sus casas con hachas, cuchillos y antiguos rifles de caza, unidos junto a un grupo de soldados aliados para repeler a los invasores con tanta ferocidad que casi consiguen darle al Führer su primera derrota. Una vez que la batalla se perdió, el Payaso se fue a tierras salvajes y se convirtió en un corredor para la resistencia, llevando mensajes de ida y vuelta a 80 kilómetros, entre escondites en la montaña.
Pero…estaba el Payaso realmente corriendo en estas misiones? Sip. “Sentía como si estuviese volando”, decía. “Correr todo el camino desde la cima de las Montañas Blancas al Monte Ida. Tan ligero y fácil- igual que al tomar una taza de café.” Un soldado británico encubierto describió lo que era ver aparecer al Payaso en uno de los escondites de la montaña entrada la noche después de uno de sus salidas de 80 kilómetros. “El trabajo de un corredor de la guerra en la Resistencia era el más extenuante y considerado uno de los más peligrosos” explicaba. El Payaso entregaba el mensaje, se tomaba un shot de aguardiente casero – “Un poco de gasolina para el motor!” – y salía de regreso por donde había venido. “Podíamos ver su pequeña figura a un kilómetro y medio, moviéndose entre los claros de luna a través de las estribaciones de las Montañas Blancas, con destino a otro viaje de 80 kilómetros,” recordaba el británico.
Y como era esto posible? Como produces ultramaratonistas en serie si están medios muertos de hambre, noche tras noche, mientras esquivaban las patrullas alemanas? Y durante cuatro años? El Payaso, tampoco era el único. La isla estaba llena de estos súper atletas, descubrí –que cretenses y británicos por igual, todos saltaban por los picos de las montañas y acosaban a los alemanes con hazañas de ultra-resistencia. Pero que sabían ellos que el resto de nosotros ignoramos? Cómo gente normal podía volverse irrompible de repente y prosperar en retos que humillarían a un atleta olímpico?
La respuesta estaba ahí en Creta. Por cientos de años, la isla había sido la guardiana silenciosa de los secretos del alto rendimiento de los antiguos griegos.
Los griegos no se sentaban a esperar que los héroes aparecieran – ellos los construían. Ellos creían que el heroísmo era un arte, no un accidente, así que desarrollaban unas habilidades que pasaban de padre a hijo y de maestro a estudiante. El arte del héroe no era el ser valiente; era el ser tan competente que la valentía no era una cuestión a tener en cuenta. Aprendieron a desatar tremendas fuentes de fuerza, resistencia y agilidad que la mayoría de la gente no tenía ni idea que poseía. Simplemente para sobrevivir, los primeros humanos eran capaces de flotar a través del paisaje: curvando sus cuerpos por debajo o alrededor de cada obstáculo en el camino, saltando sin miedo y aterrizando con precisión. Los héroes aprendieron a desatar notables reservas de energías, todas dentro de sus propios cuerpos – y también están en el tuyo- esperando para ser descubiertas.
Por cientos de años, los griegos perfeccionaron los tres pilares de las artes heroicas – paidea (habilidad), arete (fuerza), y xenia (compasión) – y entonces desaparecieron. Por suerte, sus técnicas todavía existen, esparcidas en pedazos por todo el mundo, algunas escondidas frente a nuestros ojos.
Esa es la misión de Natural Born Heroes: encontrar esos custodios de las artes perdidas y revivir esas habilidades que hasta pueden convertir a un Payaso en un Héroe.
Christopher McDougall (twitter: @mcdougallchris) es el autor del bestseller Nacidos para correr. Su nuevo libro: Natural Born Heroes será publicado proximamente en Abril.
Relato original de Outside Magazine en el siguiente link:
http://www.outsideonline.com/fitness/agility-and-balance/natural-born-heroes/Fitness-Reboot-Total-Body.html
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