A continuación compartiremos un pequeño relato de la primera experiencia de Maite Rojo dentro de las 24hs de Barcelona. Maite ha sido tan amable de querer compartir esa primera experiencia, dentro de una carrera de ultrafondo, con nosotros y por supuesto que estamos encantados.
Sin más preámbulos, les dejamos esta pequeña crónica de sus vivencias, expectativas y resultados de su primer contacto con esta fantástica disciplina!
No somos hamsters
El mítico corredor griego Yiannis Kouros decía:
“Cuando tú pasas, no los 100km, sino las 100 millas (160km), cuando pasas la barrera de las 12 horas o las 24 horas, ese es el punto donde demuestras que eres un ser humano único. Correr más de 12 horas o 24 horas, a mi entender, eso es ser “ultramaratonista”
Hace cinco años que he vuelto a la competición pero hace muchos años más que el ultrafondo me ha llamado la atención. Precisamente desde aquel día en que un viejo libro, ya descatalogado, cayó en mis manos. El libro en cuestión se llamaba “El Zen de Correr”, estaba escrito en inglés y describía, ya en los años setenta, la libertad de correr por uno mismo sin otras presiones y en contacto con la naturaleza; como entenderéis el libro me enamoró.
Y así fue como empecé, ya en la mediana edad y desde la media maratón a ser principiante en ultrafondo.
Me estrené en las 24 horas de Ultrafondo en las pistas de Can dragó, a lo que todo el mundo me decía o preguntaba:
¿En una pista dando vueltas?
¿Pero cuantos kilómetros son?
¿Estáis locos?
A lo que yo respondía:
Sí, dando vueltas.
Todos los kilómetros que puedas.
Y sí, estamos locos pero nos tienen controlados en un sitio (ese es nuestro chiste entre amigos).
Yo pensaba lo mismo y no me apetecía mucho lo de dar vueltas. Mucho menos cuando ya has hecho pista de adolescente (en metros no en kilómetros!) o sabes lo bonito que es ir bajando y subiendo montañas, lo rápido que pasa el tiempo y lo bonito del paisaje que te rodea.
Esto es diferente, allí aunque todos somos competitivos se va a otra cosa, compites contigo mismo; te preguntas cuanto te aguantarán las piernas, te sorprendes a ratos por lo bien que vas y piensas que el entrenamiento ha dado sus frutos. Pero sobre todo es un entrenamiento mental, porque cuando tu cuerpo te dice “hasta aquí he llegado” y tu cabeza te repite “párate, párate” tiene que haber algo más que tire de ti hacia adelante. Esos son los límites que buscamos y nuestra curiosidad como seres humanos.
Además pensar que sólo hace poco más de cincuenta años que las mujeres han podido competir en maratón y después en largas distancias. ¡Que felicidad ver hombres y mujeres compitiendo juntos! Y lo más importante, que no haya tanta diferencia de marcas entre ambos.
Por otro lado todo lo que rodeaba a la carrera en si también sumaba a la experiencia: El ambiente, la música, el comentarista, los voluntarios, la organización y las familias. Gente que llevó a la mujer o al marido, a los hijos, todos montando las carpas y chiringuitos como quien va de camping para pasar día y noche juntos. Muy emotivo.
Competir del latín tardío competere, que significa «esforzarse conjuntamente», y más antiguamente de cum y petere, que significa «intentar».
Pues ahí estábamos, intentándolo y esforzándonos todos juntos. En mi caso particular, después de meses de entreno y de acumular kilómetros. Contando con el apoyo incondicional de mi hermano en el banquillo, que además es mi entrenador y me recordaba cada media hora que bebiera y comiera.
¿Todo esto para qué? Cada corredor tendría su objetivo: Algunos el ser seleccionados para su equipo nacional de ultrafondo, otros tener en mente marcas para clasificarse para otras carreras. Pero en mi caso y para muchos otros corredores, el objetivo era poder hacer la marca mínima directa o para entrar en el sorteo del Spartathlon, una de las pruebas reinas de la ultra distancia.
Competí en los 100km de Santander en el año 2017; en los requisitos del Spartathlon se establecía una marca mínima en 100km para las mujeres de 10:30hs. Mi marca fue de 10:19hs. Si añadía una competencia de 12hs a mi curriculm (con un mínimo de 110km) o una carrera de 24hs (con un mínimo de 170km) me mantendrían la marca hasta el año 2020. Eso significaba que podría entrar en el sorteo del año 2019 y 2020 sin hacer más competiciones.
Y así fue que, estaba inscrita en las 12hs, pero lamentablemente llegué tarde a la inscripción y estaba en lista de espera. A falta de una semana para la carrera, la organización contacta conmigo y me dice que tengo dorsal para las 24hs, sin mucha confianza pero con gran ilusión me animo a intentarlo. Todo después de hablar con Diego, mi hermano y entrenador.
Las primeras ocho horas y media de carrera fueron de lujo, pero luego las últimas dos horas, desde las diez de la noche hasta las doce, fueron un calvario. Pero a pesar de eso lo hice, logré completar las doce horas de carrera con una marca de 112km y con ello la mínima para entrar al sorteo del Spartathlon.
Me hubiera gustado seguir, pero dolores en la rodilla derecha y en los pies me hicieron pensar en que si seguía y forzaba demasiado podría lesionarme y así echar por tierra otras competiciones que tenía en mente para más adelante. Así que como se suele decirse: “una retirada a tiempo es una victoria”.
Un orgullo te invade, una emoción que se te caen las lágrimas y el abrazo final a mi hermano que hace que todo haya valido la pena.
Correr al lado de la elite, unos cracks de nivel internacional y nacional de los cuales puedo presumir que ya tengo algunos amigos; porque sudar, sufrir, animarse y pasar muchas horas juntos es lo que tiene!
Entre tantos otros destacaban:
Nicolás de las Heras
Pablo Barnes
Virginia Oliveri
Nico Kierdelewicz
Patricia Scalise
Noora Honkala
Y por supuesto Rubén Delgado (afortunada por sus consejos y amistad),
Francisco Javier Pérez, Juan Andrés Camacho, amigos a los que ya conocía, por haber compartido la aventura de hacer de apoyo a mi hermano en Grecia en el Spartathlon en este año 2018.
Sois muy grandes!
Gracias por la charla y apoyo de Eduardo Cebrián que hizo un pedazo de carrera con 223km, a Miguel Mataix que no pasaba una vuelta sin animarme (segundo en la general y primer español con 244 km, crack!) a las chicas como Bárbara Campos que logró 205km, Eva Pareja que en su primer intento paso de los 180km, por sus sonrisas y mimos al cruzarnos unas con otras.
Por eso podemos decir:
“No somos hámster somos ultrafondistas”
Espero encontrarme con todos vosotros muy pronto en muchas otras!!
Ahora a descansar.
Advertencia:
A todo el que quiera probar en este tipo de pruebas, no hay fórmulas mágicas, solo trabajo duro de entrenamiento, kilómetros, sesiones de fuerza y de estiramientos. Mucha dedicación y esfuerzo.
Yo soy Técnico superior en deportes y masajista deportivo con un gran interés por la nutrición. Con lo cual no han faltado los baños de contraste frío, calor y mis manos con cremas naturales para descargar la musculatura. Además de ir añadiendo poco a poco, en las tiradas largas, todo lo que iba a comer el día de la prueba, para acostumbrarse y asimilar incluso corriendo. Intentando con alimentos que no sienten mal al estómago. (podríamos hablar largo y tendido de esto)
Gracias a mi hermano, ex-ciclista, ultrafondista y licenciado en educación Física con muchísima experiencia, ya que sin él, todo esto sólo sería un sueño.
Gracias a Mateo Cotaina que es mi terapeuta de Shiatsu y compañero de carreras. Por cuidarme cuando ha habido sobrecargas musculares y mimarme con sus comidas después de entrenar juntos.
A mi familia, que creen que estamos locos, pero que nos siguen y nos apoyan en la distancia.
Y a todos los amigo@s que habéis preguntado a mi hermano por mí o lo habéis seguido en directo por las pantallas.
Gracias, gracias, gracias!!